Conocemos el té matcha por su legado japonés, aunque su origen es chino. Se inició su consumo en tiempos de la dinastía Song, y en el año 1191 el monje budista zen Myoani Eisai, en un viaje a China, conoció sus propiedades y lo introdujo en Japón. Al consumirse sus hojas secas y no en infusión, sus propiedades antioxidantes se multiplican. Tu salud se verá beneficiada, ya que supera el poder antioxidante de los arándanos, granadas, o chocolate negro.
Por su contenido en un tipo de catequinas, favorece la formación de células T, fundamentales para estimular la inmunidad.
Algunas de sus propiedades son:
- Baja el colesterol.
- Baja la glucosa.
- Activa la mente.
- Es antiinflamatorio.
La única precaución a tener en cuenta, es que en exceso, puede producir estreñimiento.
Una receta súper rica es el matcha latte; si en vez de batir el polvo del té matcha con agua, lo haces en licuado de arroz o avena, mejoras aún más el aspecto de piel y uñas. Además, tomarlo sin azúcar acelera la quema de grasas, siempre y cuando vaya acompañado de una dieta de control de peso o la práctica de ejercicio.
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